
De las antiguas planchas a las delicias modernas
La evolución del gofre, desde su origen medieval hasta convertirse en un clásico del desayuno moderno, es una fascinante historia de evolución culinaria. Sus orígenes se remontan a la antigua Grecia, donde las primeras versiones del gofre se cocinaban al fuego con dos placas metálicas. Estas placas rudimentarias tenían diseños intrincados que creaban un patrón cuadriculado en las tartas, un sello distintivo de los gofres incluso hoy en día.
La verdadera transformación del gofre comenzó en la Edad Media. Durante este período, se elaboraban en moldes de hierro fundido, a menudo decorados con elaborados símbolos y motivos religiosos. Estos gofres medievales se disfrutaban típicamente con miel o mermelada de frutas, un plato sencillo pero satisfactorio. Con el paso del tiempo, los gofres se convirtieron en un capricho popular entre la aristocracia europea, especialmente en Francia y Bélgica, donde su preparación se volvió más refinada.

El siglo XVII presenció la introducción de las wafleras en las colonias americanas, traídas por los colonos europeos. Los primeros waffles americanos se elaboraban desde cero, al igual que sus predecesores europeos, pero con el tiempo, las recetas comenzaron a evolucionar. La revolución industrial trajo consigo cambios significativos, incluyendo la invención de la primera waflera comercialmente exitosa por Cornelius Swarthout en 1869. Este invento facilitó la producción de waffles en los hogares, lo que propició su creciente popularidad.
El siglo XX marcó una nueva era para los waffles con la llegada de los waffles congelados. En 1953, la marca Eggo introdujo los waffles congelados en el mercado estadounidense, revolucionando la comodidad del desayuno. Estos waffles precocinados se convirtieron rápidamente en un favorito en casa, abriendo camino a una variedad de ingredientes y sabores para todos los gustos.
Hoy en día, los gofres se disfrutan en todo el mundo en numerosas presentaciones, desde los clásicos de suero de leche hasta innovadoras variantes como los gofres de Lieja con azúcar caramelizado. Ya sea servidos con el tradicional jarabe de arce o con ingredientes creativos, su rica historia y versatilidad garantizan su lugar como un plato predilecto en las mesas de desayuno de todo el mundo.